lunes, 6 de agosto de 2018

De la narración oral al juglar contemporáneo.


Génesis del término “Narración Oral Escénica”
Nace en Cuba en los años setenta con Francisco Garzón Céspedes, narrador y pedagogo, que genera una nueva modalidad de contar cuentos a partir dela literatura, hoy conocida como narración oral escénica. En ésta forma, los narradores y narradoras se tenían que vestir de negro, en muchos casos no se podían parar, y tampoco emocionar, ya que buscaban diferenciar su arte de la actuación[1]. 
Cabe destacar que antes que Garzón Céspedes inventara el término, en la tradición teatral europea existió el espectáculo “Misterio Buffo” de Darío Fo, estrenado en 1969. El teatro colectivo había sido en Europa y América el ícono de los años 60 [2] y pisando la década del 70 un actor/autor/director reconocido rescataba la figura unipersonal del juglar. Sobre la base de los llamados misterios bufos, que en la Edad Media representaban los juglares para hacer mofa de los Misterios evangélicos, Fo presentaba una crítica de las injusticias sociales y el poder de la jerarquía eclesiástica. Él mismo representaba estos textos, haciendo uso de su conocimiento histórico. Se vestía de negro, sin dejar de lado la importancia del cuerpo y del espacio en su espectáculo. El espectáculo era un acontecimiento tanto escénico como pedagógico y social.
Lo que el término (nacido en los 70) “narración oral escénica” nos dice entre líneas es, primero, que nace de la literatura. En segundo lugar, que además de oral es “escénica”. Quiere decir que a lo auditivo se añadiría lo visual y espacial de la escena. ¿Y qué es lo escénico? Para mí, lo propiamente escénico es el encuentro no-cotidiano entre personas de una comunidad.
Sin embargo, reunirse a contar historias (invocando o no alguna divinidad) es primigenio en todas las culturas. También los que cuentan historias de humor (chistes). Esto creo porque los humanos conocemos (al mundo y a nosotros mismos), nos orientamos, nos divertimos, nos cuestionamos a partir de historias.
Retomando la figura del juglar, que criticaba el poder establecido (representado en ese momento por la Iglesia) ¿no somos los narradores y las narradoras seres buscadores de sentido, y al mismo tiempo, provocadores de una resistencia social y cultural?
Juan Ignacio Jafella
www.cuentacuenteando.blogspot.com.ar



[1] Ésta diferencia entre actuar y narrar ya está descripta por Aristóteles. En su “Poética” afirma que el arte de narrar no incluye la representación, en cambio el actor “muestra” lo que la historia cuenta. Ésta diferenciación es más bien clásica y la tendremos en cuenta sólo en términos teóricos.
[2] ver Jerzy Grotowski: “Hacia un teatro pobre”