lunes, 23 de diciembre de 2013

Narración oral y pedagogía

La Narración Oral es un oficio y un arte antiguo como la humanidad que en los últimos años ha renacido tanto por su atractivo estético y literario como por su economía de elementos. Su misma austeridad y despojo de artilugios fuera de la voz y el cuerpo del narrador lo lleva a ser un espectáculo dúctil espacialmente, de fácil traslado y con pocas necesidades técnicas. Un narrador es un juglar contemporáneo, que en sus presentaciones combina textos anónimos y de autores, palabras propias y prestadas.
Tampoco podemos descartar su función pedagógica. Entre los que han propuesto la narración de cuentos como método para fomentar el desarrollo intelectual moral y estético de los niños y jóvenes, figuran el alemán Federico Froebel, conocido como el padre del Kindergarten, en el siglo XIX, el checo Jan Amos Comenius, en el siglo XVII, el español Raimundo Lulio, en el siglo XIV y el filósofo griego Platón. T. S. Eliot dijo que se inclinaba más a pensar que la mayor influencia en nuestras vidas provenía de la literatura que habíamos leído por simple placer o entretenimiento.

Si pensamos que narrar es un arte, como tal puede enseñarse.

El narrador podría poseer buena memoria para recordar el hilo argumental de las historias, como estribillos o canciones que se repitan. Esto no significa que se sepa los cuentos de memoria. En la narración se desarrolla la capacidad de improvisar, porque todo lo que se cuente –y así pasen años- se debe oír y ver como si fuese la primera vez.
La improvisación está en el aquí y ahora del suceso de la narración. Al no repetir de memoria, sino re-crear los cuentos, el contador de historias va dando vida a cada palabra que dice.
Es por eso importante desarrollar una voz flexible y una noción del tiempo mientras se habla. Intensidad, ritmos, tonos, timbres de voz  van a contribuir al enriquecimiento de los relatos. Si se mueve por el espacio, el cuerpo tiene que ser orgánico (lo que se obtiene mediante ejercicios, sin ninguna restricción de edad).
Por último, la capacidad interpretativa. Aprender a traducir del lenguaje escrito, en el que el narrador encuentra las historias, al lenguaje oral.
Todas éstas condiciones pueden desarrollarse de manera placentera en cualquier alumno/a, aumentando a su vez su interés por la lectura, despertando su curiosidad y creatividad, mientras expresa emociones y pensamientos física y oralmente.