martes, 29 de marzo de 2016

“El cuerpo en el cuento, el cuento en el cuerpo.”

   ¿Vamos a mirar y a escuchar cuentos?
    En la palabra escrita no vemos a la persona que la dice, pero en la oral sí, y también percibimos tonos en la voz, intensiones y mayor o menor vitalidad corporal.
    En el momento en que nos ponemos delante de alguien para ser emisores de un mensaje, comenzamos a ser un blanco de miradas, de distintas miradas, algunas de aceptación, otras de indiferencia y otras de rechazo.  Y lo que venía a decir pasa a convertirse en presente. Soy yo el que habla ahora, y la situación hace que el material que tengo “estudiado” salga de una manera distinta a la que había pensado. Y me siento incómodo, me tiemblan las rodillas o las manos están duras y siento el pecho comprimido… y entonces generamos una contradicción entre el cuerpo y la mente.
    Alguna vez nos habrá pasado de ver a alguien que está queriendo hablar frente a un auditorio y que sus piernas tengan la inconsistencia de caminar en círculos, sentarse, apoyarse contra algún objeto, etc. En estos casos, sentimos que esa persona no está segura de lo que está diciendo, o no está cómoda. No podemos creerle lo que dice, porque hay una actitud contradictoria en su manera de expresarse.
     Para facilitar este momento, encontré en el mimo (lenguaje corporal y gestual) unas estructuras que me permiten iniciar una narración o disertación predispuesto a  re-crear (o jugar, que es lo que hacemos cuando contamos un cuento).
    Primero vamos a mover y relajar cada articulación de nuestro cuerpo: cabeza, hombros, muñecas, dedos, plexo, cintura, rodillas… Luego, los músculos de la cara y de la boca. Lengua y labios, despertando resonadores. Finalmente, adoptamos una postura con los pies en la que  sintamos una buena base.
    A la vez que practicamos la estabilidad corporal, vamos a  liberar nuestras herramientas expresivas. Y el camino pasará por:
- perder el miedo al ridículo
- concentrarme en la historia que estoy contando
- estar atento 
- ser auténtico, es decir, encontrar otra manera -mi manera singular- de transmitir una historia.


Juan Ignacio Jafella


Registro de taller en La Manzana de las Luces