La creación del relato.
3 principios
sensoriales
En todas las culturas hay 3 principios o maneras de
interactuar con el saber y la experiencia. Creo que éstas 3 esferas de sentido
se combinan en la memoria, la construcción y recreación de cualquier relato.
1. El Cuerpo:
Responde al movimiento y a la percepción de todos los sentidos. Cuando
llama nuestra atención (nos impacta) lo sentimos en el cuerpo. Las experiencias
ocurren y luego la mente, el pensamiento las desarma y las vuelve a armar con
el uso de la memoria y la interpretación. Al poner en palabras una historia,
adquieren un sentido, quien habla ordena lo sucedido y quienes escuchan
intervienen interpretando y así se forma toda una red de significados.
Cuando contamos un cuento estamos poniendo el cuerpo en
acción. O dicho de otra manera, el relato aparece a medida que ponemos el
cuerpo y la voz para contarlo.
2. La Imagen:
Responde a los estímulos visuales y está ligada a la mirada. Formas, Color, Luz,
Espacio son los principios que la ordenan. Las historias que contamos las miramos
primero. Sean nuestras o ajenas, en la medida que mejor mire (que esté bien iluminado
aquello que cuento) mejor lo reconoceré y podré contar. Siempre teniendo en
cuenta que como me impacte a mí esta historia será lo que voy a narrar.
Una manera de echar luz y color en una historia esto es a
partir de la documentación de lo sucedido (pinturas, fotos, películas). Puede
ayudarnos hacer un Storyboard (historieta)
del relato. No tiene valor artístico en sí, ni tiene que entenderlo otra
persona, sino funcionar para nosotros como un boceto, un ayuda-memoria. Una vez
hecho el storyboard podemos narrar siguiendo, en vez de conceptos, imágenes.
3. La palabra:
Responde a la lógica de causalidad. Necesita de un orden que la articule y una
dirección. En el cuento podemos resumir este principio en la fórmula
inicio-nudo-desenlace. En el campo de
los sentidos, está ligada al oído (sonido, musicalidad). Si bien podemos ver
muchas imágenes al mismo tiempo, no podemos escuchar dos voces o más hablando
al mismo tiempo. El orden y la articulación de la palabra, y en especial el de
las acciones, es lo que define que una historia sea historia. Podemos entender
mejor una historia a través del estudio de los Núcleos narrativos.
En toda historia hay acciones que modifican el curso de los
acontecimientos. Por ejemplo, en Caperucita roja, la mamá le da la canasta para
que le lleve a la abuelita y en el camino se cruza con el lobo. Éstas dos
acciones son nucleares porque ellas modifican el curso del relato. Lo que pone
Caperucita en su canasta, o si eso se le pierde en el camino, no modifica el
curso conocido de la historia. Como narractores y narraactrices, sabemos
diferenciar éstas dos cosas. Para saber si es núcleo narrativo puedo
preguntarme “¿Y entonces, que pasó?”[1].
Si la acción no modifica el curso de la acción, entonces se la denomina
catálisis. Sin embargo, si diferenciamos la historia (lo que se cuenta) del
relato (cómo se lo cuenta) no podemos desestimar el valor de la catálisis. Dice
Roland Barthes: “La función de la catálisis es mantener el contacto entre el
narrador y el lector. Digamos que no es posible suprimir un núcleo sin alterar
la historia pero tampoco es posible suprimir una catálisis sin alterar el
relato”
Juan Ignacio Jafella
[1] Contar los hechos en otro sentido, de atrás para adelante, empezar por
el medio, etc. puede reforzar mi agudeza y creatividad para concatenar los
hechos y “apropiarme de la historia”.