lunes, 11 de noviembre de 2019

La creación del relato. 3 principios sensoriales


La creación del relato. 3 principios sensoriales
En todas las culturas hay 3 principios o maneras de interactuar con el saber y la experiencia. Creo que éstas 3 esferas de sentido se combinan en la memoria, la construcción y recreación de cualquier relato.
1. El Cuerpo: Responde al movimiento y a la percepción de todos los sentidos. Cuando llama nuestra atención (nos impacta) lo sentimos en el cuerpo. Las experiencias ocurren y luego la mente, el pensamiento las desarma y las vuelve a armar con el uso de la memoria y la interpretación. Al poner en palabras una historia, adquieren un sentido, quien habla ordena lo sucedido y quienes escuchan intervienen interpretando y así se forma toda una red de significados.
Cuando contamos un cuento estamos poniendo el cuerpo en acción. O dicho de otra manera, el relato aparece a medida que ponemos el cuerpo y la voz para contarlo.

2. La Imagen: Responde a los estímulos visuales y está ligada a la mirada. Formas, Color, Luz, Espacio son los principios que la ordenan. Las historias que contamos las miramos primero. Sean nuestras o ajenas, en la medida que mejor mire (que esté bien iluminado aquello que cuento) mejor lo reconoceré y podré contar. Siempre teniendo en cuenta que como me impacte a mí esta historia será lo que voy a narrar.
Una manera de echar luz y color en una historia esto es a partir de la documentación de lo sucedido (pinturas, fotos, películas). Puede ayudarnos hacer un Storyboard (historieta) del relato. No tiene valor artístico en sí, ni tiene que entenderlo otra persona, sino funcionar para nosotros como un boceto, un ayuda-memoria. Una vez hecho el storyboard podemos narrar siguiendo, en vez de conceptos, imágenes.

3. La palabra: Responde a la lógica de causalidad. Necesita de un orden que la articule y una dirección. En el cuento podemos resumir este principio en la fórmula inicio-nudo-desenlace.  En el campo de los sentidos, está ligada al oído (sonido, musicalidad). Si bien podemos ver muchas imágenes al mismo tiempo, no podemos escuchar dos voces o más hablando al mismo tiempo. El orden y la articulación de la palabra, y en especial el de las acciones, es lo que define que una historia sea historia. Podemos entender mejor una historia a través del estudio de los Núcleos narrativos.
En toda historia hay acciones que modifican el curso de los acontecimientos. Por ejemplo, en Caperucita roja, la mamá le da la canasta para que le lleve a la abuelita y en el camino se cruza con el lobo. Éstas dos acciones son nucleares porque ellas modifican el curso del relato. Lo que pone Caperucita en su canasta, o si eso se le pierde en el camino, no modifica el curso conocido de la historia. Como narractores y narraactrices, sabemos diferenciar éstas dos cosas. Para saber si es núcleo narrativo puedo preguntarme “¿Y entonces, que pasó?”[1]. Si la acción no modifica el curso de la acción, entonces se la denomina catálisis. Sin embargo, si diferenciamos la historia (lo que se cuenta) del relato (cómo se lo cuenta) no podemos desestimar el valor de la catálisis. Dice Roland Barthes: “La función de la catálisis es mantener el contacto entre el narrador y el lector. Digamos que no es posible suprimir un núcleo sin alterar la historia pero tampoco es posible suprimir una catálisis sin alterar el relato”

Juan Ignacio Jafella





[1] Contar los hechos en otro sentido, de atrás para adelante, empezar por el medio, etc. puede reforzar mi agudeza y creatividad para concatenar los hechos y “apropiarme de la historia”.